Se quedaron cortos.
Quien quiso hacerme un favor explicándome lo que iba a encontrarme, se quedo corto.
Es imposible describir con palabras una ciudad como Mumbai.
¿Cómo explicar un cúmulo de contrasentidos tan impresionante?
Solo se me ocurre hacerlo por medio de sensaciones y aromas. Desde el amanecer hasta la hora del ocaso es un constante ir y venir de personas, de "mototaxis", de bicicletas y coches.
Es un sin cesar de aromas, aromas de cocina impregnada de especias, de polvo, de calor, de humedad.De real pobreza, de autentica supervivencia, del cruce del hambre con la desesperación.
Y ahí estamos nosotros, bendecidos por la diosa fortuna, por haber nacido en el primer mundo.
Contemplando el espectáculo desde una fría distancia, la justa tan injusta que nos permite pensar que la semana próxima esto solo será un recuerdo más que encajaremos y que ubicaremos en algún estante de nuestras conciencias.
Una inacabable serenata de pitidos provenientes de todas partes y que se quedan e instalan en nuestro entorno.
El claxon como bandera de la existencia. Uno es y se hace notar por el claxon. El eterno claxon.
Sucesión de pequeños negocios,apenas visibles, apiñados unos sobre otros, mezclándose los neumáticos con las flores,los "minicolmados" con las cacharrerías, las fruterías con las lavanderías.
A todo color, pero a pesar de ello , en el fondo, en blanco y negro.
Es una pena, porque si la pobreza reside aquí, en esta ciudad, en este país, no es menos cierto que la gentileza, la amabilidad, la dulzura, la educación y la sonrisa inesperada de estas personas forman parte de su gran fortuna.
En esto si son el primer mundo, la mano tendida, la disponibilidad y el afecto son sus poderes.
Ojalá llegue el momento en que sin dejar ese primer mundo tan especial consigan extirpar de sus vidas esta condena que les deja pocas oportunidades.
Ojala se produzca el milagro y la India se renueve y sus ciudadanos consigan una vida más justa y menos dura.
Ojala yo pueda de algún modo devolverles lo que me han enseñado en un solo día.
Me dicen que como invitado suyo según su tradición , soy como su dios hasta que me vaya...menudo dios de poca monta, incapaz de reaccionar ni de pensar ante tanta injusticia social.
Es un bello país, son personas muy bellas, por dentro y por fuera.
Ahora ya solo queda que se destape el frasco de las esencias y nos demuestren a todos de lo que son capaces.
Me gusta Mumbai, me gusta su gente y estoy seguro que su futuro es imparable, en lo bueno, sobre todo, espero que en lo bueno.
Shukriya! (gracias)
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