Siempre me ha parecido un personaje interesante el
amigo Freud, especialmente por esa facilidad que tuvo para mezclar lo onírico con
lo real y luego desmigar poco a poco el resultado de ese fantástico coctel.
Pero siempre sabiendo separar al final, lo cierto de lo deseado.
Decía que quien se comportase en la realidad como en sus sueños se le consideraría como un loco...
Hoy, en la actualidad, en lo político, en el mundo de
aquellos que se supone que se preocupan
por el destino de sus conciudadanos ocurre cada vez más que confunden sus
sueños con la realidad.
Y ello en distintos niveles, desde las altas instancias que
nos atiborran y aburren con sus sueños, creando unas expectativas que después no son
más que efímeros brindis al sol pero que siempre dejan la triste estela de
personas en peor situación, ciudadanos más desesperanzados, si cabe. Pasando por
algunos medios de comunicación que en función de sus intereses económicos nos
empujan ,unos, un poquito más hacia el dulce sueño de una falsa realidad u
otros que al contrario, se empeñan en atizarnos con supuestas dosis de realidad
que al fin y al cabo no son más que sus propios sueños de oposición mal
gestionada.
Y luego están aquellos que quisieran que sus deseos, sus
esperanzas o sus objetivos, llamémoslo como queramos, se moldeasen en “su
realidad”. Aquellos que venderían su alma al diablo con el único fin de ver ciertas
aquellas pequeñas “obsesiones” que les mantienen vivos cada día. Aquellos que
son capaces de inventarse un cuento a su medida y después contarlo. Aquellos
que solo se sienten bien como protagonistas de descabelladas historias,
elucubraciones malsanas y que lamentablemente, muy a menudo, no resisten el más
mínimo análisis.
Es necesario, es imprescindible que no perdamos la capacidad
de soñar. Porque sin sueños no hay futuro.
Pero sueños que se basen en una realidad, que tengan como
pilar fundamental la conciencia de lo real, que existan pero sabiéndose dependientes
de la verdad, de lo cierto, de lo que es y no de lo que quisiéramos que fuese y
menos aun cuando ese querer muy a menudo no es más que una foto en blanco y
negro de nuestras propias ambiciones.
Y para ello como también y muy acertadamente decía Freud
debemos conseguir desarrollar mayores niveles de conocimiento, de cultura, de
educación porque La función capital de la
cultura, su verdadera razón de ser, es defendernos contra la naturaleza.
Esa naturaleza que tantas y tantas veces se convierte
en pasión mal gestionada, en poder desbocado, en inconsciencia peligrosa…
Recordémoslo…lo que uno ve en sus sueños por mucho que
se lo crea, no es casi nunca verdad…desgraciadamente para algunos.
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