Se da a menudo la circunstancia de que uno cree que no se le reconoce bastante el trabajo realizado en un desempeño determinado o la valía o la belleza o la inteligencia o el saber estar o el valor o la obediencia o la responsabilidad , etc. También se peca a menudo de no valorar lo que los demás hacen o son o, al menos, intentan hacer o ser.
Como decía Jean Paul Sartre, “El hombre nace libre, responsable y sin excusas”.
Habitualmente tenemos tendencia a pensar que sólo somos libres si hacemos lo que queremos y solo queremos ser responsables de lo que libremente hacemos. No tenemos excusa para muchas acciones de las que realizan otros pero siempre encontramos la pequeña rendija exculpatoria para justificarnos a nosotros mismos.
Estos días he pasado por alguna circunstancia que me ha hecho reflexionar al respecto.
Y he llegado a la conclusión de que sí que podemos ser libres realizando tareas que no siempre compartimos y de que podemos ser co-responsables de cosas que no hemos hecho con total libertad. Y curiosamente, esto es una de las grandezas del ser humano. Darse cuenta de que no siempre estamos solos y que muchas veces hay una cosa que se llama el bien común o general, que implica una reducción de la libertad individual.
La reflexión es algo que nos permite analizar y valorar un poco mejor el resultado o las consecuencias de nuestros actos o palabras, antes de trasladarlos a la realidad. Siempre que emitimos una opinión o llevamos a cabo una acción, necesariamente ello lleva aparejada una reacción que podrá ser más o menos visible, más o menos importante, pero al fin y al cabo, esa consecuencia existirá.
Es muy nuestro defender cosas que luego nos saltamos a la primera. Nos parecen muy bien el orden, las reglamentaciones, las leyes, los estatutos, pero cuando debemos respetarlos aunque no nos beneficien directamente, es decir, contribuir a hacerlos fuertes y dotarles de sentido, es cuando ya no nos hace tanta gracia. Esa maldita costumbre española de que las leyes solo deben respetarlas los demás. Es como si pensáramos que los textos legales son necesarios para cumplir el expediente y ser demócratas de primera, pero luego, se ve claramente que en realidad, a penas tenemos equipo para jugar en tercera división.
Seguirá…
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