Creo que pocas veces ha estado tan de actualidad un refrán como este.
La prueba es muy sencilla, más evidente que la del algodón.
Si uno se dedica a cotejar los diferentes puntos de vista de los medios de comunicación a la hora de valorar la situación del país tras las diferentes manifestaciones en las calles de nuestras principales capitales,no se llevará sorpresa alguna.
Se dará cuenta que lo que para unos es una expresión libre del descontento por los recortes de los gobiernos, central y autonómicos, para otros no es más que el resultado de una manipulación orquestada por los partidos de la oposición para que se amotinen o prácticamente se subleve la ciudadanía contra el gobierno.
Sí, el famoso discurso que defiende que se pretende ganar en la calle lo que se perdió en las urnas o cómo aquello de” no llores ahora como un niño lo que no supiste defender como un hombre”…frase que nos resulta muy conocida a todos.
Y mi pregunta inmediata es, ¿Quiénes son los pescadores en esta historia?
Y la respuesta es más que evidente, todos, todos son pescadores, todos menos los ciudadanos de a pié.
El principal partido de la oposición está azuzando un fuego que él mismo ayudó a prender en sus tiempos ya pretéritos de gobierno, pretéritos pero no olvidados. El partido socialista que desde hace ya mucho tiempo dejó de ser obrero y español, pretende recuperar sus esencias en el adoquinado de las calles españolas. Impulsa una presencia en las vías públicas que como mínimo resulta grotesca. A estas alturas, creo que si realmente quiere recuperar algo de solvencia, sería mejor que intentase explicar a su sucesor en el poder qué fue lo que no hizo aún sabiendo que debiera haberlo hecho y que fue lo que hizo a pesar de que no debiera haberlo hecho nunca.
El segundo grupo de pescadores son los sindicatos, unos y otros, esa especial casta protegida por los sucesivos gobiernos de turno y que ha ido acomodándose como un estamento que es. Un estamento más.
Unas organizaciones que a fecha de hoy, sin las subvenciones del gobierno, no hubiesen sobrevivido. Y lo peor de todo es que si uno reflexiona con calma, no puede negar que para los tiempos que nos vienen, de los cuales ya hemos empezado a catar algo, hubiese sido ideal disponer de un instrumento como unos sindicatos eficaces, libres de ideologías trasnochadas y sobre todo pendientes de la evolución histórica de nuestra sociedad y de las autenticas necesidades de la ciudadanía, un termino, el de “ciudadanía” que debiera imponerse ya de una vez por todas al de “trabajadores” porque, ¿acaso los autónomos no son trabajadores y los funcionarios, y los profesores universitarios y los médicos y más y más?. Hoy todos somos trabajadores y los que no lo son, quizá algún sector privilegiado de rentistas, o de miembros de consejos de administración, son los menos.
Los sindicatos deben hacer un profundo análisis de su utilidad como instrumento social, más allá de la posible capacidad que quieran tener como lobby influyente en la paz social. Al final, todo se reduce a que la ciudadanía sabe que los sindicatos se moverán en función no de los intereses de la mayoría, sino en los suyos propios como detentores de determinada influencia social mal entendida y muy poco útil. Y generalmente más propicia a la escandalera frente a gobiernos tildados en la vieja terminología como de derechas. Vieja porque a ver quien me explica en qué consistió la política de “izquierdas” del antiguo gobierno en sus últimos años de agonía.
El tercer grupo de pescadores está siendo quizá el más astuto. Los pescadores del gobierno que a través de “sus” medios de comunicación están queriendo convencernos a todos de que “la sublevación” en las calles no es más que el producto de los agitadores de masas que manipulan y nos engañan a todos, no dejándonos comprender que todos estos recortes son benéficos y poco menos que recetas mágicas.
Han conseguido que parte de la ciudadanía esté cuestionándose derechos y avances sociales que hemos ido adquiriendo con el tiempo y que formaban parte de esa cierta felicidad social que, no nos equivoquemos, hemos logrado entre todos. Una situación en la que nos encontrábamos, no porque nos la hubiesen regalado los gobiernos de turno, sino porque nos la habíamos pagado nosotros, entre todos. Unos derechos adquiridos muy vinculados a la educación, a la sanidad, a la justicia, que si bien no funcionaban todo lo bien que debieran, nunca fue de nuestra responsabilidad como ciudadanos que se inventarán 17 sistemas diferentes para cada uno de estos servicios tan esenciales, con el consecuente despilfarro que ello ha supuesto.
Hoy, el gobierno está intentando instalar un clima de conflicto, pero no en las calles, sino que pretende utilizar estas manifestaciones de descontento urbano como una lucha de ideologías, como un enfrentamiento entre lo engominado, adecuado, correcto y respetable frente a lo caótico y desaliñado. El problema es que entre los caóticos y desaliñados hay cada vez más personas que lo que están reclamando es que no se les asfixie económicamente pero sobre todo que no se les asesine socialmente.
Todos tenemos claro que existe una inmensa crisis económica, pero que no olviden los pescadores, todos los pescadores, que los ciudadanos tenemos cada vez más claro qué fue lo que no se hizo cuando se debió hacer y que es lo que no toleraremos que se haga a cuenta de nuestra existencia como seres libres, sociales, educados y sobre todo personas.
No es hora de grandes discursos, no todo vale en la reducción de nuestros derechos a cuenta de la factura económica, no todo el monte es orégano. No aceptaremos como ciudadanos que se barra nuestro sistema educativo provocando neodesigualdades sociales y de oportunidades, que la sanidad vuelva a ser un elemento distorsionador de la sociedad, en el que tenga más pueda sobrevivir frente al de menores recursos.
Es hora de que los pescadores dejen de considerarnos pescado a la venta, es hora de que los pescadores analicen si realmente están haciendo lo que deben, unos y otros.
Y que recuerden algo importante…No está todo el pescado vendido.