http://www.upyd.es/php/portada/portada.php

jueves, 20 de diciembre de 2012

CLAUDIA Y LA VIDA


Hace ya casi dos meses y medio que no escribo nada en mi blog. Creo que las razones son muchas, tantas como para no poder echarle la culpa especialmente a alguna. Seguramente tiene que ver con el desanimo personal y colectivo, con abundantes charcos que me encuentro cada día a mi alrededor y que a menudo están colmados de tanto barro que acabas enfangado hasta las pestañas y uno ya no se atreve a otear hacia ninguna parte. Creo que he dejado de mirar desde hace tiempo, a veces por sentir que la propia mirada está huérfana de expectativas y otras, por temor a encontrarme con la del prójimo, desvalida, enferma de tristeza y desesperanza.

Pero de modo absolutamente sorpresivo hoy, al final del día y gracias a mi queridísima hija Claudia he acudido a un acto del colegio. Un acto de esos tan típicamente navideños, que pretenden robarnos alguna sonrisa y pellizcarnos el alma con el fin de cobrarse un poco de ilusión por la vida, por el futuro, por esa blanca Navidad.

Ella y sus compañeros, ya están tocando con las puntas de sus dedos los 18 años, en un par de semanas, con el cambio de año, más de uno ya se sentirá mayor de carnet. Notará que la vida se le presenta a las puertas llamando con insistencia y pasión.

Hoy Claudia, con su anhelada tuna improvisada por el colegio y formada por los “mayores”, me ha hecho llorar. Llorar de emoción, me han pateado lo más intimo de mi ser, por un lado, provocándome una enorme alegría, la confirmación de que mi Claudita se ha hecho mayor, ha crecido delante de mi, a través de mi y seguramente me habré perdido muchas de sus aventuras. Sé que otras las he vivido y compartido, sé que una parte del camino la hemos recorrido juntos. Pero no toda, lamentablemente no toda.

Pero además me ha recordado que los jóvenes creen en el futuro, cantan juntos, se ríen juntos y se estiman. Esperan la vida con fuerza y quieren que se lo entregue todo.

Hoy he llorado también al darme cuenta de que no puedo hacer más por ella, de que muchas veces no dejo de ser un espectador de su vida. Cercano y pendiente, pero espectador. Que los padres estamos atrapados en una sinrazón que nos impide echar el freno. No son excusas, solo constato. Y esto me da mucha pena, pena de lágrimas.

He visto en sus miradas tantas cosas que sería incapaz de describirlas, el contenido desborda el continente.

Hoy mi queridísima Claudia, mi hija, mi encantadora hija, me ha recordado un chico que conocí hace ya más de treinta años, un chico que quería comerse la vida a bocados y que hoy está aquí, anonadado ante el espectáculo de verla a ella,  iniciando el camino de nuevo, continuando el recorrido. La historia se repite.

Ojala te vaya bonito cariño, a ti y a todos los jóvenes que esperáis el regalo de una vida feliz y colmada de dicha.

Os lo deseo desde lo más profundo de mi alma. Os lo merecéis, aunque sea solo por el amor que habéis puesto en que vuestras canciones significarán algo para nosotros.

Nos habéis brindado un poco de aire fresco.

Ojala sepamos apreciarlo.

¡Feliz Navidad!