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sábado, 5 de octubre de 2013


José Mari,

 Nos has dejado.

Quiero escribir unas palabras aunque sea solo para que cuando las leas allí tan lejos donde puedas estar sepas que aunque no tuvimos ocasión de hablar mucho ni siquiera de vernos demasiado, como sabes la geografía no nos ayudó, siempre te estaré agradecido y ello por numerosas razones.
 
Porque tú y Vicen, Vicen y tú, acogisteis a mi querida hermana  como una hija más, desde el primer día que os la presentó José. Nos aportasteis a todos los Muzzati, la alegría de saber que Alexandra entraba por la puerta grande de un estupendo grupo, de una familia cariñosa y sanota, sí,  de una de esas familias tan sólidas como son las del norte.

Alexandra no dejó de hablarnos de lo bien que se sentía entonces y de cómo poco a poco a través de su marido, de tu hijo, iba sintiéndose parte entera de los Martínez.

Han pasado ya unos cuantos años desde esa boda en Logroño y han llegado dos flores preciosas, tus nietas Anna Y Paula, mis queridas traviesas sobrinas. Y se te veía feliz cuando uno te observaba mirándolas…siguiéndolas atentamente en sus diversas y múltiples trapisondas.

Han pasado unos cuantos años, sí, y también muchas cosas, has podido vivirlas junto a Alexandra y José, José y Alexandra y claro, Vicen.

Estoy seguro de que allí donde estés ya se habrán dado cuenta de que ha llegado un hombre justo, cabal, honesto y orgulloso de su labor aquí en la tierra.

Gracias por todo querido José Mari, gracias por haberte conocido y gracias por toda la felicidad que has sabido aportar a tus hijos, a tu mujer y a todos nosotros.

Descansa en paz.