Seneca decía que los
elementos de la dicha son: Una buena conciencia, la honradez en los proyectos y
la rectitud en las acciones.
Son ya 6 años de
militancia. Militancia activa. Años de dificultades, esfuerzos y grandes
recompensas. Lo mejor, ir siempre con la cabeza bien alta. Tener un discurso
limpio.
Seis años de tranquilidad
de espíritu reforzados por altas dosis de coherencia y ejemplaridad por parte de quienes lideran esta organización. No hablo
de infalibilidad pero sí y mucho, de eficiencia.
Diputados muy activos,
concejales peleones y una imagen de partido diferente. Sin dejar de lado las
instituciones, bien al contrario, empleándonos a fondo en ellas. Y muchos trabajadores
voluntarios, cargados de entusiasmo y sin esperar nada a cambio, más que la
satisfacción de cada paso al frente.
Avanzando paso a
paso, repitiendo el discurso de modo machacón
y permanente. Hacemos lo que decimos y decimos lo que hacemos.
Pero lo más importante,
el respeto. Respeto de los demás hacia nuestro proyecto.Respeto y admiración, mezclados con la sorpresa ante tal novedad en el panorama político nacional.
Y aquí es donde voy a
insistir. Algunos desde mi punto de vista han aparcado ese respeto interno. Han
dicho fuera cosas que podrían haberse dicho dentro y de golpe han fulminado el
trabajo de muchas personas. De pronto, nos hemos encontrado huérfanos de
excelencia. Por un simple comentario, innecesario en el contexto e inoportuno
en las formas. De pronto, PODEMOS ha conseguido asustarnos, de pronto, en lugar
de palparnos los bolsillos para comprobar que vamos bien equipados, nos entran
ganas de echarnos al monte. De pronto, nos hemos acojonado.
Solo lo diré de un modo,
si se trata de pactar simplemente para sumar…en breve habremos provocado la
peor reducción posible. Habremos sustraído a nuestra identidad, su mayor tesoro…la coherencia. Y ya
puestos, si alguno está por los atajos, vayamos directo al grano, preguntemos
cuanto nos cuesta disfrazarnos de pactante y estemos dispuestos a pagar la
factura, quizá no hoy pero a medio y largo plazo, deudores seremos de nuestra incoherencia. Y lo peor,
nuestros acreedores, los ciudadanos que un día vieron un rayo de esperanza en
esta opción, se cobrarán la deuda.
Y lo siento, pero yo a
eso no me apunto. Si el camino ha de ser más largo pues ahí estaremos, si hay
demasiadas curvas, pues las sortearemos, si el viaje se nos antoja largo, ya lo sabíamos al partir. ¿Quien dijo que sería fácil?