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miércoles, 27 de agosto de 2014

Pues yo no me apunto

Seneca decía que los elementos de la dicha son: Una buena conciencia, la honradez en los proyectos y la rectitud en las acciones.

Son ya 6 años de militancia. Militancia activa. Años de dificultades, esfuerzos y grandes recompensas. Lo mejor, ir siempre con la cabeza bien alta. Tener un discurso limpio.

Seis años de tranquilidad de espíritu reforzados por altas dosis de coherencia y ejemplaridad por parte de quienes lideran esta organización. No hablo de infalibilidad pero sí y mucho, de eficiencia.

Diputados muy activos, concejales peleones y una imagen de partido diferente. Sin dejar de lado las instituciones, bien al contrario, empleándonos a fondo en ellas. Y muchos trabajadores voluntarios, cargados de entusiasmo y sin esperar nada a cambio, más que la satisfacción de cada paso al frente.

Avanzando paso a paso,  repitiendo el discurso de modo machacón y permanente. Hacemos lo que decimos y decimos lo que hacemos.

Pero lo más importante, el respeto. Respeto de los demás hacia nuestro proyecto.Respeto y admiración, mezclados con la sorpresa ante tal novedad en el panorama político nacional.

Y aquí es donde voy a insistir. Algunos desde mi punto de vista han aparcado ese respeto interno. Han dicho fuera cosas que podrían haberse dicho dentro y de golpe han fulminado el trabajo de muchas personas. De pronto, nos hemos encontrado huérfanos de excelencia. Por un simple comentario, innecesario en el contexto e inoportuno en las formas. De pronto, PODEMOS ha conseguido asustarnos, de pronto, en lugar de palparnos los bolsillos para comprobar que vamos bien equipados, nos entran ganas de echarnos al monte. De pronto, nos hemos acojonado.

Solo lo diré de un modo, si se trata de pactar simplemente para sumar…en breve habremos provocado la peor reducción posible. Habremos sustraído a nuestra identidad, su mayor tesoro…la coherencia. Y ya puestos, si alguno está por los atajos, vayamos directo al grano, preguntemos cuanto nos cuesta disfrazarnos de pactante y estemos dispuestos a pagar la factura, quizá no hoy pero a medio y largo plazo, deudores seremos de nuestra incoherencia. Y lo peor, nuestros acreedores, los ciudadanos que un día vieron un rayo de esperanza en esta opción, se cobrarán la deuda.


Y lo siento, pero yo a eso no me apunto. Si el camino ha de ser más largo pues ahí estaremos, si hay demasiadas curvas, pues las sortearemos, si el viaje se nos antoja largo,  ya lo sabíamos al partir. ¿Quien dijo que sería fácil?