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domingo, 26 de febrero de 2012

LA SOLEDAD DEL MANIFESTANTE DE FONDO

Ayer estuve en Valencia, junto a esas 250.000 almas que se manifestaron contra la política de tierra quemada de nuestro gobierno autonómico. Me vino a la cabeza la película de Tony Richardson (La soledad del corredor de fondo), y al igual que el protagonista del film durante sus largas carreras, yo tuve la misma oportunidad de reflexionar sobre mis razones para estar allí al mismo tiempo que me inventaba las vidas de algunos de los que veía a mi alrededor intentando bucear en sus razones. Pero sobre todo mi gran pregunta era saber si serviría para algo esta manifestación, ésta y todas las demás.
Llegué a una triste conclusión. la conclusión de que al final todo es un cliché.
No pretendo ser derrotista pero ante un panorama como el de ayer, en el que los ciudadanos pretendíamos recuperar ese protagonismo por el que desde UPyD llevamos tiempo bregando, solo pude constatar. Constatar que ahí estábamos y punto.
Si, ahí estaban los sindicatos, esos sindicatos que durante los últimos años han sido cómplices silenciosos de la debacle. Profesionalizados y organizados en torno a unos eslogan tan repetidos y tan conocidos que uno creería estar en las manifestaciones de los años 70. Sindicatos que han vivido y siguen viviendo de la sopa boba que les da el papa estado o la mama autonomía. Sindicatos que pretenden hacerse visibles, como ayer, a través de manifestaciones que solamente les sirven como instrumento en su fin primordial de sobrevivir.
También estaban los partidos de la oposición y entre ellos el recientemente descabalgado por las elecciones. Como si el motivo de la manifestación , no fuese con ellos, como si no tuviesen una cuota de responsabilidad máxima por la situación en la que nos encontramos, como si acabasen de aterrizar. El partido socialista manifestándose por los recortes, ¡increíble!
También estaban a cada lado de la manifestación, los observadores. Sí, esos ciudadanos que deciden no participar pero que se quedan a ver pasar a los demás. Me preguntaba al oír algunos comentarios de su parte, críticos con la manifestación, a qué se dedicarían o que hacía que sus situaciones personales les dejasen fuera del drama. ¿Ricos terratenientes? ¿alta burguesía? ¿Magnates del petróleo? quizá simplemente votantes fundamentalistas del PP. Otro cliché más, no acudo a manifestarme porque el sacro santo partido desde el gobierno está haciendo lo que debe y yo debo acatarlo. Un gran mal de nuestra democracia...el voto cautivo.
Y también estaban los protagonistas, los verdaderos protagonistas del drama, los colegios e institutos públicos,profesores y alumnos, la gente del mundo de la sanidad, los damnificados, los auténticos sufridores de la situación. Apesadumbrados y preocupados.
Y yo seguía caminando y reflexionando y recordando a Camps y a Barberá subidos en el Ferrari y dando vueltas y me acordaba de Solbes cuando decía que España no estaba en crisis y que soportaríamos magníficamente el envite y me acordaba de los brotes verdes y de tantas y tantas mentiras...¿será lo mio un cliché más?

sábado, 18 de febrero de 2012

LA INSOLENCIA DEL PODER

Dice el diccionario que la insolencia es la cualidad de quien actúa con una falta de respeto que resulta ofensiva y en una segunda acepción, es insolente quien falta al respeto de palabra o hecho.
Llevo ya algunos días absolutamente indignado y avergonzado. Es lo menos que puedo decir, como ciudadano de Castellón, como ciudadano español y como europeo que soy.
Hemos tenido que padecer las recientes declaraciones de un señor que ya lo confunde todo.
Un señor que ha sido durante décadas Presidente de la caduca y trasnochada Diputación de Castellón. Un señor al que ya no le queda ni el menor resquicio o capacidad de sonrojarse, ante su forma de decir las cosas y lo que es peor, de llegar a pensarlas.
Este señor, ha olvidado que no ha estado donde ha estado por que esa posición le pertenezca, un señor que cree que la democracia está a su servicio, que los ciudadanos están a su servicio, que las instituciones le pertenecen, que el dinero público es suyo, que desde su posición puede decir y hacer lo que le viene en gana. Un señor que no tiene ni la más mínima idea de lo que es la convivencia. Que no sabe lo que es gestionar el dinero de los demás y que cuando lo gestiona del modo más nefasto posible, en lugar de presentar la dimisión e irse a su casa, tiene los redaños de atacar e insultar a quien le critica.
Un señor que ha sido la vergüenza de nuestra ciudad, que nos ha hecho famosos por sus tropelías, que ha abducido a gran parte de los medios de comunicación hasta el punto que ha conseguido transmitir a la ciudadanía lo mucho que ha hecho pero que ninguno sabe el qué.
Un señor que nos ha embarcado en un aeropuerto sin destino, sin aviones y sin fondo. Un señor que en lugar de disculparse por el craso error de esta inversión sigue defendiéndola a capa y espada aun consciente de que no iremos a ninguna parte. Protegido y amparado por el partido que gobierna.
Un señor que hoy, más que nunca, hace que me reafirme en que es necesario un cambio en el escenario político español y no hablo de partidos, hablo de comportamientos, hablo de respeto, hablo de ética, de educación, de nobleza, de ejemplo.
Es hora de retomar el timón para que entre todos echemos a este tipo de personajes que lo confunden todo.
¿Pero quien se ha creído que es este señor?
Ha olvidado algo básico, después de tantos años en el poder, cree que no debe rendir cuentas ante la ciudadanía…ya llegará el momento.
¿Es que no hay nadie en su entorno político que tenga el valor de ayudarle a irse?