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sábado, 11 de junio de 2011

LA CRUZ DEL PP

Muy interesante polémica la de estos días con respecto a la decisión del flamante elegido Presidente del Parlament de Les Corts en la Comunitat Valenciana. Su voluntad de llevarse una cruz para tenerla cerca de él en su día a día parlamentario es una decisión personal, respetable y de carácter intimo a más no poder.
De pronto he recordado mis días de bachiller en mi querido I. Francisco Ribalta de Castellón. Cuando fuimos de las primeras generaciones a las que se nos dio la oportunidad de elegir si queríamos optar a una asignatura que se llamaba ética o mantener el esquema clásico del curriculum, estudiando religión. Yo, entonces, con la practícidad que suele caracterizar al estudiante que va justito con las notas, opté por la ética y lo hice porqué pensaba que sería menos “rollo” y más maría.

Creo que fue la primera vez que me encontré con el dilema ética versus religión.

Después, a lo largo de la vida, de la lectura, de lo que uno va experimentando personalmente por su profesión, del conocimiento de las personas de su propio entorno más cercano, se va destilando la idea de que quizá ambos términos no sean lo mismo pero desde luego no creo que haya alguna religión en nuestro planeta que no defienda un comportamiento ético del ser humano, de la persona como individuo y como integrante de un colectivo.

Por eso me llama poderosamente la atención este gesto del President. No puedo por menos que hacerme una serie de reflexiones que quisiera compartir con vosotros.

¿Hasta que punto es coherente que una persona que ha aceptado con toda naturalidad, integrar una lista en la que algunos de sus compañeros de viaje están imputados por delitos muy graves contra la administración se nos revele como gran creyente? ¿Es quizá porque una cosa es la ética y otra la religión? Quiero decir, ¿se puede comprender y aceptar el comportamiento absolutamente reprobable desde un punto de vista ético y ser al mismo tiempo un creyente de primera línea? Quizá mientras nos se asesine, todo sea aceptable desde la moral formal religiosamente correcta y establecida. Pero claro, la moral está íntimamente vinculada a la ética…interesante lío que podría llevarnos a siglos de debate y reflexión…de hecho ya los llevamos…

Pero donde quiero ir a parar es que una cosa sí está clara, los valores existen. La ética, existe. Los valores, entendidos dentro de la esfera personal o individual forman parte de nosotros mismos y nos comprometen hasta el final. Solo respondemos ante nosotros y ahí es donde está nuestra grandeza. Esos valores personales no necesitan de símbolos ni de aspavientos, solo requieren sobriedad, rigor y coherencia.

La cruz está muy bien, pero las acciones son las que dignifican. Por cierto, el hábito no hace al monje… ¿no?

Cita: “las cosas que se ven son efímeras, pero las cosas que no se ven son eternas”

Corintios II 4.1:18

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