http://www.upyd.es/php/portada/portada.php

martes, 3 de julio de 2012

No hacer leña del árbol “quemado”


Ayer asistí al debate en el programa de “El Faro” y que, como no podía ser de otro modo, tuvo como tema monográfico el drama de los incendios que estos últimos días están asolando nuestros bosques.

El profesor Paniagua comentó con mucho acierto que entre tanta desgracia, al menos, podíamos felicitarnos por la reacción de la gran mayoría de los partidos que , por una vez, no estaban intentando obtener rentabilidad política de la desgracia general.

Y es verdad. Y para mí la explicación es más que evidente. Todos se han dado cuenta de que el electorado ya no es tan manejable ver manipulable como lo era antaño. Saben que el intentar aprovechar circunstancias como esta para “trincar” voto ya no es tan fácil. El ciudadano espera responsabilidad e integridad en los grandes temas. Los partidismos pasan a un segundo lugar.

Pero todo esto no quiere significar que se deba eludir la responsabilidad que como tales partidos, tenemos. Unos en el gobierno y otros en la oposición. Hoy debemos estar todos al lado de las autoridades, de la administración y sobre todo de las victimas.

Dicho esto, en el programa de ayer se planteaba a la audiencia la pregunta sobre si era posible o no prevenir los incendios.

Y creo que tal como expliqué en mi intervención, deberíamos diferenciar el origen de tales incendios. Los provocados de los involuntarios.

Para los primeros, cualquier medida que pueda tomarse estará siempre supeditada a la mala intención y por tanto a la voluntad consciente de evitarla. Entramos en el mundo de la delincuencia y en este campo quizá la prevención sea mucho más difícil. Pero lo que sí es posible es la sanción. Una dura sanción. Ello pasa por modificar el código penal y contemplar penas contundentes, esperando que tengan un efecto suficientemente disuasorio. Es verdad que muchas veces el incendio provocado lo es por mentes perturbadas pero en otras ocasiones como se ha demostrado en múltiples ocasiones, el objetivo del delincuente es puramente económico. En este ultimo caso, es cuando las leyes, también, deben unificarse a nivel nacional y contemplar pormenorizadamente toda la casuística posible.

Si hablamos de los involuntarios, los incendios que se producen por motivos absolutamente fortuitos, a veces originados por la propia naturaleza y en otras ocasiones, la mayoría, por culpa del hombre, quizá si debiéramos analizar con cierta perspectiva de futuro, aquello que es sustancialmente mejorable.

Creo que la disminución del riesgo de incendios pasa en primer lugar por una concienciación social que, evidentemente, debe iniciarse ya en las escuelas. Una mentalización a través de campañas escolares. No quedándonos únicamente en la parte puramente ecológica sino yendo un paso más allá. Transmitiendo a nuestros pequeños información sobre lo adecuado y lo inadecuado de determinados comportamientos en el campo, en la naturaleza en general.

Además de la conciencia social, es necesaria la inversión económica. Una inversión que debe provenir de la administración. Y ello sí es resultado de la voluntad política, del criterio a la hora de priorizar. Hoy, en un escenario muy precario como el nuestro, no debe pensarse en términos de visibilidad. Es verdad que lo que pueda dedicarse a la protección forestal, por ejemplo, tiene poca repercusión mediática y por consecuencia escasa rentabilidad política. Pero estamos ya en una fase en la que lo que importa es nuestro futuro común en el que hay determinados factores, como el medio ambiental, que no pueden ser considerados de segunda línea o exagerando un poco, prescindibles. Y más aún cuando con el tiempo aquellos factores que pudieran reducir los incendios como por ejemplo, el pastoreo, han ido desapareciendo paulatinamente.

Lo que estamos padeciendo estos días, la destrucción de más de 50 mil hectáreas nos demuestra que la inversión en la protección y reducción del riesgo de incendios siempre será rentable y mucho más barata que la reconstrucción y reforestación que ahora deberemos afrontar.

Y un tercer eje, es el de las leyes. Instrumentos básicos para que la sociedad avance y que deben ser resultado del análisis necesario de las realidades que más impactan en nuestra sociedad. Una de ellas es nuestro entorno ambiental, la naturaleza y la ciudad. Hoy lamentablemente, como en muchos otros temas, estamos inundados por 17 sistemas legales diferentes en materia de protección contra incendios. Sería quizá el momento de examinarnos y reflexionar. Es hora de unificar criterios en aras a una mayor eficacia y eficiencia. Unamos nuestros esfuerzos en una sola ley común para todo el país y que nos permita ser más reactivos y menos administrativos en materia de incendios.

Tres pilares, concienciación, inversión y legalidad. Pilares que deben ser sustrato de una proyecto a medio y largo plazo. Pero que en algún momento habrá que abordar para no tener que hacernos más reflexiones al respecto.

No podemos fiarlo todo a la climatología ni tampoco esperar siempre la conocida solidaridad del pueblo español en los momentos de grandes catástrofes.

Aprovecho para mandar un agradecimiento muy especial como ciudadano español y valenciano a todas las personas que están ayudando en las tareas de extinción y sobre todo un recuerdo a los familiares del piloto fallecido en las tareas de extinción.



1 comentario:

  1. Buen artículo, aunque discrepo en lo de que ningún partido político ha tratado de sacar rentabilidad del asunto. Tan sólo hay que acudir al TimeLine de Twitter de cierto partido nacionalista valenciano durante estos días para observar atentamente su reacción.

    Un saludo!

    ResponderEliminar